Anestesia

Desperté a la mitad de la noche por tu voz. Escuché cómo tu respiración entrecortada y húmeda te obligaba a emitir breves quejidos. Podía sentir tus lágrimas quemando tu piel, irritando tus pómulos y tus labios. Encendí la luz y me percaté de que yo también lloraba. Sentía una presión en el pecho, un ardor en la garganta, un nudo en el estómago. La angustia que brotaba de mi interior me impedía respirar. El dolor me impedía pensar. Me acosté y abracé mis piernas lo más fuerte que podía. Era insoportable. Pero por un segundo sentí cómo apretabas tus ojos y pensabas en mí. Me volví a sentar en la cama, puse mis pies en el frío suelo y a pesar del dolor, me puse de pie. Rompí cada uno de los lazos que me ataban. Dejé que la agonía viviera en mí y fui a buscarte. Entré en tu habitación y te observé desde la puerta. Tu cuerpo temblaba, tus pies y tus manos parecían sujetar toneladas de dolor. Tu torso totalmente tenso, encogido, apenas se movía por tus cortas inhalaciones y exhalaciones. Se

Estaba acostada en tu cama Desnuda como un papel en blanco Y vos recorrías con esos ojos café Cada centímetro de mi piel Como si quisieras capturar una imagen Para guardarla por siempre en tu memoria O como si analizaras el lienzo Sobre el cual ibas a derramar tu arte Y fue en ese momento En el que me invadió de nuevo El fantasma de mi yo anterior Haciéndome sentir pudor Pero fue en ese momento también En el que pude descubrir Que aquella triste versión de mí No cabía en mi cuerpo Y el pudor se transformó Como todo en mi sentir Para dejar de doler Y aprender a vivir Aquellas marcas en mi piel El pasado plasmado en mis cicatrices Aquellos rastros de flacidez De celulitis y estrías Aquellas curvas sobrantes Y pechos llanos No eran más que partes de mi hermoso cuerpo Este que tus ojos se devoran con placer Ya no hay lugar para la humillación Porque comprendí Que la belleza de nuestros cuerpos es inmensa Pero sólo quienes te aman la pueden ver Y sé que en tus ojos tan dulces como ardientes

Hay toneladas de arena adentro mío Áspera, gruesa e infinita Que me lastima la garganta cada vez que la vomito Y me rompe los dientes cuando se queda en mi boca Obligándome a masticar sus partículas duras y afiladas Arena caliente, árida y amarga Que me pesa en mi estómago sin poder digerirla En mis pulmones sin poder expulsarla con mi tos crónica En mi nariz haciendo que duela respirar En mis riñones, en mis intestinos, en mi vejiga Pero pesa más que nada en mi corazón Porque bombea arena por mis venas Haciéndola circular con dificultad por todo mi cuerpo Lenta y dolorosamente Obstruyendo mis arterias y reventándolas a su paso Y se queda adentro Infectando cada rincón de mi organismo Así que no hay más que pueda hacer Que seguir vomitando arena Durante mucho tiempo estuve perdida en un desierto No sabía cómo había llegado ahí Pero a donde fuera que mirara Había arena Sólo arena En un momento me venció el hambre Y no pude aguantar la sed Así que tragué arena Viví años tragando arena pa